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viernes, 6 de septiembre de 2013

Hasta dónde el comercio internacional debe imponer agenda política

Si México no da una muestra pública de rechazo a las prácticas de espionaje de Estados Unidos, sabremos que se ha tomado la decisión de seguir intercambiando bienes únicamente  con ellos y no buscar nuevos horizontes en el corto plazo



 En asuntos de comercio internacional los caminos y recomendaciones hechas por la teoría económica  para lograr el éxito son muy variados, aunque en la práctica siempre existe un ganador y un derrotado en tópicos de intercambio de bienes y servicios entre países, ya sea por que los artículos a comerciar sean tan desiguales que mientras uno vende productos básicos, el otro ofrecerá bienes de capital o en ese ir y venir de divisas, alguna de las partes tendrá un ingreso menor de todo lo comerciado o una cantidad de bienes inferior a la acordada originalmente.

Pensar que las balanzas comerciales de cada país son exactamente iguales es un error, ya que si una nación es altamente exportadora, es necesario que exista una importadora en esa misma cantidad; todo lo que se vende alguien lo debe comprar, por lo que en temas de comercio internacional siempre habrá alguien perjudicado.
Lo dicho en los dos párrafos anteriores no es nuevo y varios países buscan mecanismos para romper esas formas de intercambio con otros para no verse tan perjudicados, aunque en la actualidad existe una nueva variante de dependencia y quizá única en el mundo que es el caso México-Estados Unidos, debido a la relación desigual que existe entre ambos países.



Las cifras más recientes ofrecidas por la Secretaría de Economía (SE) de México indican que el 80% de las exportaciones mexicanas van a nuestro vecino del norte, sumado al hecho que ellos son nuestro primer destino de exportación, primer socio comercial y primer proveedor, razón por la cual muchas veces la política externa e interna está supeditada a las recomendaciones que Estados Unidos nos puedan hacer.

Lo anterior queda ejemplificado de mejor manera con la nota publicada esta semana por la prensa brasileña donde se afirma que el país que dirige Barack Obama espió a Enrique Peña y Dilma Rousseff. Mientras los brasileños piden explicaciones y el malestar de la clase política se ha hecho presente, en México nada se ha dicho e incluso se evitó tocar el tema el día que se emitió el Primer Informe de Gobierno de Enrique Peña.


No es casual que en nuestro país se guarde silencio respecto al tema conociendo los datos de comercio exterior en los últimos años, ya que la dependencia de divisas estadounidenses nos vuelve presa fácil de decisiones externas. Aunque la única solución es comenzar a diversificar el destino de nuestras ventas, el resultado no será pronto ya que el buscar nuevos mercados no es sencillo a pesar de que se cuenta con un buen número de tratados de libre comercio con la mayor parte del mundo.
La complicación mexicana pasa no sólo por el tiempo para diversificar los destinos, sino también por los bienes que vendemos ya que el principal producto de exportación a Estados Unidos es el petróleo y sus derivados (12% del total, datos de SE), por lo que el Tratado de Libre Comercio no ha beneficiado el encadenamiento de procesos productivos en nuestro país y si ha favorecido la eliminación de aranceles a productos que ellos colocan en México.

El caso México-Estados Unidos debe ser único, ya que es una imagen donde la teoría económica estaría muy bien representada en sus postulados de ventajas comparativas, donde cada quien vende el bien en el que es más hábil al producirlo, aunque con una variante que la misma teoría no considera que es la dependencia política, debido a que solamente le vendemos a una nación mientras que ella lo hace con el resto del mundo. Esta es una nueva variedad de empobrecimiento del vecino a través del comercio internacional.

Si México no da una muestra pública de rechazo a las prácticas de espionaje de Estados Unidos, sabremos que se ha tomado la decisión de seguir intercambiando bienes únicamente  con ellos y no buscar nuevos horizontes en el corto plazo; el riesgo como ya se ha visto no sólo es la dependencia de venta y divisas extranjeras, sino la subordinación política y de soberanía.

FUENTE: SPD noticias Edmar Ariel Lezama Rodríguez @edmar_ariel
http://bit.ly/1aTR9HB 

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